Olvidé que abusaron de mí. Amnesia disociativa y abusos sexuales en la infancia. (1ª parte)

Comenzamos una serie de entradas dedicada a la Amnesia Disociativa y el Abuso Sexual Infantil, o en otras palabras, al fenómeno de ser abusado sexualmente durante la infancia y olvidar por completo lo sucedido.  Guiados por una motivación terapéutica, nos centraremos en los casos de aquellas personas que recobran los recuerdos del abuso años o décadas más tarde de haberlos sufrido y quedan sumidas en el caos y la confusión. Para muchas de ellas se trata de un doble trauma: el abuso y el impacto de recobrar unos recuerdos que habían permanecidos aislados hasta entonces. En esta primera entrada describiremos el fenómeno y aportaremos algunos ejemplos. En una segunda expondremos algunas de las teorías explicativas actuales. Finalmente ofreceremos algunas recomendaciones para abordar esta situación en consulta, con la idea de que puedan ser de ayuda a profesionales que desconocían esta realidad y, sobre todo, a personas que están atravesando esta difícil situación.

Consideramos importante compartirlo porque, a pesar de ser un fenómeno que puede parecer extravagante a un lector profano, incluso a especialistas en salud mental, es más habitual de lo que puede llegar a parecer en un primer momento.

OLVIDÉ QUE ABUSARON DE MÍ.

Daniel Goleman describió en su columna del New Yorker como un hombre llamado Frank Fitzpatrick recordó espontáneamente, a la edad de 38 años, los abusos sexuales de los que fue víctima por parte de un sacerdote cuando tenía 12 años.  Se trata de uno de los casos más detalladamente investigados, dada la trascendencia mediática y penal que obtuvo. Fritpatrick narró cómo emergieron los recuerdos en primera persona.

Un día, acosado por un intenso malestar psicológico se detuvo a indagar por qué se estaba sintiendo de ese modo, ya que su matrimonio, su trabajo y otras parcelas de su vida parecían carecer de problemas y fluir con normalidad.  En sus propias palabras: “me tumbé en la cama, cerré los ojos y me abandoné a mis sensaciones. En aquella primera ocasión, emergieron emociones y sonidos. Sentí una inmensa y monstruosa traición de alguien a quien yo amaba. Reviví parte de la agresión sexual que había ocurrido cuando tenía los ojos cerrados. A mis oídos llegaban los sonidos de una respiración rítmica, densa, sexual, y una especie de sonido de algo que se arrugara. Las sensaciones de estar siendo agredido sexualmente eran claras e inconfundibles… Nunca había oído hablar de algo así como recuerdos reprimidos de agresiones sexuales, pero estaba experimentando su retorno.

Dos semanas después, también de modo repentino, recordó que esa persona era el reverendo James Porter, que sería juzgado y condenado a consecuencia de ello. Durante el juicio testificaron como víctimas hasta otros 50 adultos. La mayoría de ellos no habían olvidado los sucesos, pero el miedo, la culpa y la vergüenza les habían alejado de dar un paso en esa dirección. Otro hombre, oyendo por radio noticias sobre el caso mientras estaba en el trabajo, describió como se encontró a sí mismo llorando y recordando los abusos que había sepultado durante décadas.

En el reportaje de María Sahuquillo para el diario El País titulado “Abusaron de mí aunque no lo recuerde”, podemos leer: “El día que la Guardia Civil llegó y le enseñó las imágenes comenzó a sentirse enfermo. Todo estaba allí. Los fotogramas lo mostraban claramente. Los tocamientos. Los abusos. Todo lo que su mente había logrado arrinconar. Mario (nombre ficticio) no pudo continuar con su declaración policial…. Algunos habían olvidado los hechos. O pensaban que ocurrieron sólo una vez. Otros ni siquiera fueron conscientes de que habían sufrido abusos hasta que los vieron en la pantalla, años después.” Se trataba del caso de Arregui Eraña, religioso español que se filmó a sí mismo mientras abusaba de al menos 15 menores en distintos colegios.

INVESTIGACIONES SOBRE AMNESIA DISOCIATIVA Y ASI

Uno de los estudios más clarificadores sobre la disociación de recuerdos lo realizó la doctora Linda Meyer Williams. Entrevistó a 206 chicas de entre 10 y 12 años que habían ingresado en urgencias tras un abuso sexual.  En sus historias médicas se conservaron los análisis de laboratorio y las entrevistas con ellas y sus padres. Pasados 17 años, Williams pudo realizar entrevistas de seguimiento a 136 chicas, ya adultas, de las cuales, más de un tercio (38%) no recordaba el abuso documentado en las historias. Y 15 de ellas (el 12%), aseguraron que nunca habían sufrido abusos de niñas.

Otros estudios, de estilo retrospectivo han alumbrado diferentes cifras. Breiere y Conte encontraron en una muestra de 450 adultos víctimas de abuso sexual infantil (ASI a partir de ahora) que el 59% manifestaron haber padecido amnesia en algún momento. Feldman-Summers y Pope hallaron entre una muestra de psicólogos que había padecido ASI, que el 40% olvidó parte o la totalidad del mismo. Loftus , Polonsky y Fullilove encontraron que el 59% de adultas asistentes a un tratamiento para la drogadicción fueron víctimas de ASI, de las que el 19% refirió haberlo olvidado durante un periodo de tiempo y recuperarlo más tarde, y otro 13% refirió olvidos parciales del mismo. James Chu y sus colaboradores encontraron en una muestra de 90 víctimas 38 reportes de amnesia completa de los abusos. 

¿QUÉ ES LA AMNESIA DISOCIATIVA?

La amnesia disociativa, tal y como es definida por Spiegel es “un tipo de trastorno disociativo que involucra una incapacidad para recordar una información personal importante que en forma típica no se olvidaría. Generalmente es causada por un traumatismo o estrés.” En condiciones normales este tipo de experiencias debería formar parte de la memoria consciente o autobiográfica de las personas. Se encuentra relacionada con vivencias traumáticas de alto estrés, como abusos sexuales o físicos, violaciones, genocidios, desastres naturales, muertes de seres queridos o problemas económicos graves, así como con conflictos internos de alta intensidad como remordimientos devastadores o problemas interpersonales percibidos como insolubles. En el caso que nos ocupa se trata de una amnesia localizada (en los que la persona es incapaz de recordar eventos específicos o un determinado periodo de tiempo)o selectiva (que implica olvidar solo alguno de los eventos o solo una parte del mismo). Las personas pueden presentar amnesia localizada y selectiva durante horas, días o años antes de la recuperación de los recuerdos. (Spiegel).

Es importante de cara a la comprensión de las personas afectadas, como veremos más adelante, que la ausencia de recuerdos se produce en la memoria explícita consciente, lo que no quiere decir que los sistemas de memoria implícita (emocionales o corporales) no guarden memoria de lo acaecido. Como describe la celebrada expresión de Van der Kolk que da título a uno de sus libros: “el cuerpo lleva la cuenta”. Aunque la persona desconozca conscientemente haber padecido la experiencia del abuso, muchas de sus respuestas emocionales y reacciones corporales siguen siendo condicionadas por la experiencia traumática. Es más, la ausencia de dicha información incrementa la confusión y agitación ante estas respuestas en gran parte automáticas, ya que la persona no puede encontrar una explicación razonable a sus sensaciones y comportamientos en determinadas situaciones.

UN PARÉNTESIS

En el caso de que esté leyendo este texto porque ha recuperado recientemente sus recuerdos, o bien se encuentra agitado por la duda o la confusión y busca información, le invitamos a hacer una pausa antes de continuar con la entrada tal y como le indicamos en el paréntesis a continuación. Si no es su caso, puede saltárselo y seguir con la lectura en el siguiente apartado más abajo.

(Le invitamos a que haga una breve pausa, se detenga un instante simplemente a sentirse, a darse cuenta de su cuerpo, su postura, los pensamientos que atraviesan su mente.

Le sugerimos que tome tres o cuatro respiraciones profundas o algo más lentas, de forma que esto le ayude a aterrizar en el momento presente, en su propio cuerpo. Y si percibe tensión en alguna parte, sea el ceño fruncido, el abdomen apretado, los hombros cargados, la espalda encorvada, los puños cerrados o en cualquier otro lugar, se invite con amabilidad, especialmente al soltar el aire, a disolver esa tensión, a aflojar la musculatura. Soltar el aire y soltar la tensión. Más como una invitación que como una tarea a hacer. A veces podemos soltar toda la tensión, a veces un poco, a veces solo invitarnos a ello, aunque no podamos, supone algo de alivio.

Una vez hecho esto, le invitamos a seguir con la lectura sin perder la atención sobre su cuerpo y sobre cómo se está sintiendo al leer sobre todo esto. Es decir, mantener una parte de su atención en leer y comprender y otra en cómo se está sintiendo mientas lo hace. Y siempre que aparezca tensión o malestar, si es que aparece, puede invitarse a sí mismo, especialmente al soltar el aire con cada respiración expirar,  disolver y soltar la tensión junto con el aire, aflojando y ablandando el cuerpo.)

LA EMERGENCIA DE LOS RECUERDOS

No existen suficientes estudios hasta la fecha para sistematizar alguna pauta acerca de la emergencia de los recuerdos. La naturaleza del fenómeno torna especialmente problemático un estudio sistemático. Por lo que a nosotros respecta, tanto en la literatura como entre los testimonios de pacientes y usuarios de asociaciones de supervivientes hemos encontrado una gran variedad de contextos en los que los recuerdos son recuperados. Aventuramos a continuación un resumen de nuestra experiencia, en el que alteramos algunos datos para que nadie se sienta directamente identificado.

 Como en los casos reflejados en prensa, la víctima puede ser confrontada directamente con la realidad del abuso. Hemos encontrado algunas situaciones similares. Personas a las que hermanos o amigas han narrado abusos en las que ellas también eran víctimas y lo habían olvidado.

Otras personas asocian la recuperación de los recuerdos a prácticas corporales: yoga, meditación de escaneo corporal o visitando a un fisioterapeuta.

Algunas personas lo han recordado durante procesos psicoterapéuticos, al explorar emociones difíciles que estaban atravesando en sus vidas actuales. Por ejemplo, una mujer describe que indagaba con su terapeuta la vergüenza que sentía frente ante uno de sus jefes. Esto despertó recuerdos de un maestro cuando era pequeña con el que sentía el mismo tipo de vergüenza y otras emociones contradictorias. Comenta que se marchó confusa de la consulta conectada con un profundo malestar que evocaba su infancia. En los días posteriores emergieron recuerdos de abusos sexuales por parte de su tío, contemporáneos a aquellos años en los que acudía a clases con ese maestro.  Otra mujer comenta que los recuerdos emergieron tras una primera entrevista con un psiquiatra de los servicios públicos de salud mental. Fue un encuentro corto y estandarizado en los que el profesional recabó de forma sistemáticas sus antecedentes vitales y de salud. Una de cuestiones preguntaba abiertamente si había sufrido abusos sexuales. Esa misma noche emergieron recuerdos de abuso por parte de su padre.

En otros casos, los recuerdos se han recuperado en contextos que contenían ingredientes similares al trauma original. Es el caso de un hombre que presenció como otro adulto se insinuaba a uno de sus hijos. Una mujer que fue acosada en su trabajo recordó también en los días posteriores un abuso intrafamiliar. Otro hombre los recordó al comenzar a trabajar en una granja escuela, tras pasar una noche acompañando a un niño asustado.  

Otras personas no son capaces de referir nada del contexto que les permita explicarse qué hizo que aquellos recuerdos emergieran. Incluso afirman que se encontraba en un momento especialmente positivo y estable de sus vidas.

LA RECUPERACIÓN INICIAL DE LOS RECUERDOS DISOCIADOS

Como ya hemos mencionado al inicio, la emergencia de los recuerdos sume a las personas en estado de intensa confusión. Es por lo que a veces podemos hablar de un trauma doble: el causado por el trauma original del ASI y el producido por la emergencia de los recuerdos décadas más tarde.

Por lo que hemos observado, los recuerdos tienden a emerger de forma fragmentaria: como sensaciones desagradables en el cuerpo, olores (semen, sudor, orina), imágenes parciales como una puerta o un cuadro en la habitación, cosquilleos, etc. A veces hay recuerdos emocionales vagos o sutiles y a veces repeticiones de intensos afectos de asco o vergüenza. En algunos casos esta fragmentación inicial de sensaciones, emociones y recuerdos difusos dan paso a recuerdos más claros, imágenes y escenas que la persona es capaz de ubicar y reconstruir en el tiempo. En muchas otras ocasiones esto no llega a suceder, aunque sí suelen acudir un mayor número de detalles en los días posteriores y se intensifican las emociones concomitantes. A veces la emergencia de recuerdos concretos del ASI se ve acompañada de la emergencia de recuerdos emocionales intensos de otros episodios infantiles no directamente relacionados, pero que también son revividos con gran intensidad.

Las afirmaciones de los últimos apartados no son sistematizables, se basan en la observación de casos y testimonios y muestran una gran diversidad. En los casos relatados coincidían un intenso malestar, confusión y desorganización de sus vidas que las llevaban a buscar ayuda profesional. Sin embargo, esto no indica que otros casos de recuperación de recuerdos no encajen en estas descripciones, ya que la persona no llega a acudir a profesionales o asociaciones. Bien porque la recuperación no la ha desorganizado en tal medida, o bien porque la emergencia de los recuerdos no ha llegado asentarse lo suficiente, entrando en fases de negación y negociación de lo sucedido que la apartan de buscar apoyo externo. Entre otras posibles razones.  El ASI que emerge del pasado rompe la narración que la persona tiene hasta ese momento de sí misma, le obliga a replantearse por completo lo que se ha contado sobre quién es, qué ha vivido y cómo se proyecta desde el presente hacia el futuro. No es extraña una fase intensa de dudas acerca de su identidad y de su pasado experimentadas con intensa angustia.

En próximas entradas abordaremos algunas descripciones y recomendaciones para acompañar esa primera parte del proceso tras la recuperación de los recuerdos, tanto para las personas afectadas como para los profesionales en contextos terapéuticos. Y en otra aportaremos una descripción de los procesos que permiten explicar la amnesia disociativa en casos de ASI.

REFERENCIAS

2 comentarios de “Olvidé que abusaron de mí. Amnesia disociativa y abusos sexuales en la infancia. (1ª parte)

  1. Daniela dice:

    Hola, soy Daniela y soy otro caso de abuso infantil(a los 5 años abusó de mí,mi niñera). Los recuerdos aparecieron a los 50 años,después de un abrazo muy efusivo de una amiga.
    Estuve con terapia unos años y pude explicarme muchos comportamientos y reacciones,por ejemplo tener siempre a un chico/hombre como mejor amigo o, de niña jugar con los chicos mucho más que con las chicas.
    Después de varios intentos de terapias con psicólogos,tuve la suerte de encontrar una psicoterapeuta de Barcelona que para mi fue la “panacea”. Primero,porque ella misma sufrió lo mismo(y eso da confianza,desaparece la vergüenza de contarlo y sientes que te entiende) y segundo porque también pasó por todas las terapias hasta que como psicóloga,se especializó en trabajar con adultos ASI.
    Lo que quiero subrayar es que hemos trabajado también las memorias del cuerpo, lo que me pareció importantísimo porque vi que aunque psicológicamente había superado el trauma,el cuerpo tenía reacciones inexplicables para mí hasta entonces. Y lo digo porque es un sistema muy interesante y porque muchos psicólogos con los que hablé,no lo conocían.
    Gracias por subir artículos como este porque nunca se sabe a quién ayudáis a recordar y buscar ayuda!
    Un saludo

  2. Pingback: Olvidé que abusaron de mí. Amnesia disociativa y abusos sexuales en la infancia. (2ª parte) - CAIP | Centro Andaluz de Intervención Psicosocial

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