Cuentan que un rico comerciante se acercó al Buda para preguntarle: “llevo años viniendo a oír sus sermones cada tarde, durante este tiempo he visto gentes que se iluminaban liberándose de todo sufrimiento, otros que si bien no alcanzaban la erradicación de todo pesar se convertían en personas más felices y auténticas y, finalmente otros, entre los que me encuentro, que continuamos en el mismo estado de aflicción que cuando comenzamos a venir. Sé que sus palabras son sabias, pero ¿por qué a unos les ilumina y a otros nos deja sumidos en la oscuridad?”
El Buda conocía al comerciante y sabía que era natural de otra región a la que solía volver cada cierto tiempo para visitar a familiares y amigos. “Has recorrido el camino hasta tu ciudad cientos de veces”, le explicó. “Sabes perfectamente qué hay en cada rincón del camino, cuáles son los mejores lugares para descansar, cuáles los peores para comer, las mejores vistas, cómo cambia el paisaje según las estaciones… Podrías explicar cada detalle del camino desde el umbral de tu casa hasta la entrada de la ciudad, narrar pormenorizadamente a tus amigos qué han de hacer para llegar correctamente hasta allí. Ahora te pregunto: ¿si tus amigos fueran cada tarde a escuchar tus consejos para el viaje, tus descripciones, tus relatos, se moverían del lugar en el que están?
El comerciante negó con la cabeza y el Buda prosiguió. “Sólo recorriendo el camino se puede llegar hasta tu ciudad. Yo he recorrido el camino que lleva a la extinción del sufrimiento, conozco cada detalle del itinerario que lleva hasta allí. Cada tarde comparto con quienes venís a escucharme los detalles del viaje. Pero sólo emprendiendo el camino podéis llegar hasta allí. Los que sólo escuchan y se deleitan con los pormenores e imágenes del viaje, pero no se mueven, cuando dejan de oír mis relatos permanecen en el mismo estado de aflicción que cuando llegaron. Quienes recorren una parte del camino se sienten más felices y auténticos. Y quienes recorren todo el camino se liberan de todo sufrimiento. Nadie puede recorrer el camino por otra persona. Los que hemos alcanzado la liberación de todo sufrimiento podemos indicar cómo llegar, pero cada persona ha de realizar el viaje por sí misma.”
Literaturas sapienciales de todos los tiempos y lugares muestran detalles, recodos, vías, relatos e inspiraciones acerca de un camino hacia la comprensión y la extinción del sufrimiento. Cada uno de nosotros hemos de caminar el sendero desde nuestro lugar de partida único e intransmisible, pero leer tales palabras puede ayudarnos a recorrerlo, darnos energía, entusiasmo, orientación o descanso. Esta nueva sección de nuestro blog se llama ARTE DE VIVIR y trata de reunir algunas de estas palabras. Puede que aprender a vivir sea tarea de toda una vida, que ni siquiera vivamos mientras no aprendamos la forma de hacerlo, inconscientes de ello. Aprender a morir es también aprender a vivir con autenticidad y plenitud. En esta sección deseamos compartir aquellos textos que pueden servir para el propósito de aprender a dominar la más preciada de las artes. Esperamos que os beneficiéis con ella.
Ya que hemos comenzado con una historia atribuida al Buddha, deseamos inaugurar la sección con un bello poema contenido en uno de sus sermones titulado “sobre el solitario feliz”.
Que nadie persiga el pasado
ni viva esperando el futuro
porque el pasado ya no es
y el futuro aún está por ser.
Lo que hay que ver cabalmente
Es lo que ahora surge a cada momento.
Sabido esto, perseverad,
invencibles e imperturbables.
Hoy hay que hacer el esfuerzo,
¿Quién sabe si hoy no llega la muerte?
Con el señor de la muerte y sus grandes huestes no se pacta,
pero al que así persevera
fervoroso día y noche,
a ese el sabio pacífico
le llama el sabio feliz.
El texto es un extracto del más extenso “Sermón del Solitario Feliz”, nº 131 de la Majjhima Nikaya, recopilación que reúne los sermones medios de Buda. La traducción del pali al castellano en una versión de Amadeo Solé-Leris y Abraham Vélez de Cea. Que todos los seres sean felices.